237 La foto del WhatsApp

Estoy seguro de que esta costumbre la tenemos muchos: cuando alguien nos envía un mensaje de WhatsApp abrimos su foto, la ampliamos y vemos quién es, o qué imagen ha elegido para representarle ante el mundo. Porque la foto de esta aplicación es eso, nuestra representación, cómo queremos ser vistos por los demás, qué impresión queremos causar. Y la causamos.

Especialmente porque nuestro inconsciente forma una parte muy activa en la toma de decisión sobre qué foto elegir. Casi nadie pone una foto cualquiera o una no foto (que también habla de su personalidad). Voy a poner algunos ejemplos de los últimos mensajes que me han llegado y a analizar un poco el personaje que me los envía. El objetivo es mostrar cómo enseñamos al mundo quién somos a través de esta pequeña imagen representativa. Elijo fotos de los últimos mensajes y te garantizo que esto funciona con todas las fotos.

Esta foto es de un joven de unos 27 años, una edad en la que las luces y las sombras batallan en nuestro interior generando una suerte de desconfianza interna: ¿Soy buena persona? Si es así ¿por qué tengo estos pensamientos? Es una edad en la que el autoconocimiento da un poco de miedo pues nuestra sombra la creemos más poderosa que nuestra luz. La foto de su gato muestra como la luz siempre vence a la oscuridad, solo se necesita encontrar la fuente que despeje las dudas.

Acerca esa fuente y las sombras se desvanecen solas. La foto es un reflejo exterior de lo que ocurre en el interior.

Esta es la foto del WhatsApp de mi madre… que tiene 84 años. Sin embargo, su cabeza, su vitalidad, su forma de contemplar el mundo es como la de hace 30 años, como la de la foto. No es tanto que le guste la belleza exterior de esa edad, que seguro que también, sino que siente que su interior no ha envejecido tanto como su exterior. Como ejemplo un comentario muy suyo: “No quiero ir a esa cafetería porque está llena de viejos”

Esta última foto es de un hombre de unos treinta y pocos años. Creo que el árbol es un almendro, o de esa familia de árboles que son los primeros en florecer, anunciando la primavera. Creo que es la foto de una persona sensible y seguramente enamorada o con una idea de pareja naciente, florida y viva, aunque un poco desconocida todavía (fíjate en las dos figuras oscuras en el medio plano a la izquierda. También me resulta importante resaltar el edificio que queda medio tapado por las flores. ¿Qué representa esa estructura de ladrillo rojo? También hay una nube blanca justo encima del árbol… ¿qué representa? Por último, la señal de la bicicleta y el camino hablan de dirección y de recorrer el camino sin prisa, disfrutando del viaje ¿Hacia dónde? No sabemos.

¿Cómo es tu foto del WhatsApp?

36 Cambio de pensamiento

Muchos hemos pensado alguna vez, o seguimos pensando, que nacemos sin haberlo elegido, de padres que no hemos elegido, en cuerpos y fronteras que no hemos elegido, para existir en una región del espacio-tiempo que no hemos elegido, durante una duración que no elegimos. Como piensan los físicos, no elegimos los átomos particulares que constelan nuestro yo particular, ni las configuraciones neuronales que disparan nuestra conciencia. Incluso, como decía James Baldwin, ni siquiera elegimos a quién amamos.

Un montón de creencias que usamos y nos sirven para tranquilizar, aunque sea temporalmente nuestra conciencia. Si no lo elijo, no soy responsable, y mi dedo índice de la mano derecha apunta raudo en distintas direcciones: mis padres, mi pareja, Dios… Así que caemos involuntariamente en este mundo que percibimos injusto cuando la cosa no pinta bien, y merecido cuando somos afortunados. Pero no deja de ser una ruleta caprichosa e impredecible.

¿Y si no fuera así? ¿Qué pasaría si giramos un poco el pensamiento y admitimos, aunque sea sólo hipotéticamente, que no ocurre de esa manera? Imagínate, aunque solo sea por el juego intelectual de hacerlo, que sí has elegido nacer, que sí has elegido a tus padres, a tu cuerpo, a tu cultura y país, a tus hermanos… Piensa por un momento qué implicaría esto.

De repente, un mundo caprichoso se convierte en un aula a la que he decidido entrar. Y he decidido entrar para aprender. Y he decidido entrar porque ahí estaban unos maestros específicos, que lo son porque vienen a enseñarme específicamente lo que yo les he dicho que quería aprender. Porque, imagínate que en realidad sólo has venido a aprender una cosa. Por eso aparecen unos compañeros precisos, unas parejas correctas y un lugar concreto. Por eso no nos equivocamos cuando “aparecen” ni tampoco lamentamos su existencia, ya que son los pilares que sustentan nuestro aprendizaje. Únicamente debemos pararnos a reflexionar sobre lo que nos están enseñando.

Con este pensamiento, instantáneamente comprendo el sentido de la vida y poco a poco voy aprendiendo de las decisiones, conscientes e inconscientes, que me permiten elegir la dirección en las bifurcaciones constantes que me voy encontrando.

Con este pensamiento voy encontrando con mucha más rapidez la respuesta a la eterna pregunta: ¿Para qué? ¿Para qué vivo esto? ¿Para qué estoy con esta persona? ¿Para qué tengo a estos padres? Para qué.

35 Reflexiones desde la caja

Nunca había tenido un sentido tan literal lo metafórico del nombre de este blog, así que, desde la caja, se me ocurren una serie de reflexiones que comparto contigo.

En realidad, no es que me sienta dentro de una caja, la sensación es más la de estar dentro de una matrioshka, esas tradicionales muñecas rusas huecas que en su interior guardan otra muñeca, en el interior de la cual hay otra, y así sucesivamente en un número variable de veces. Por cierto, el número de muñecas debe ser impar por algún motivo que desconozco. Pero volviendo a donde estaba, siento que estoy encerrado dentro de una ciudad de la que no me dejan salir. También estoy encerrado en una casa de la que me aconsejan no salir (bajo multa). La siguiente “muñeca” es mi cuerpo en el que ya estoy acostumbrado a permanecer dentro (excepto cuando sueño), sin embargo, ahora le maltrato con sedentarismo y exceso de comida. Dentro del cuerpo está mi cráneo que guarda la última matrioshka: mi cerebro, en cuyo interior están mis pensamientos y sensaciones.

Parten de ahí estas reflexiones como ráfagas aleatorias obligadas a salir, cuando he tenido el tiempo de pararme a contemplar todas estas figuras huecas de madera que yacen sobre la mesa. Quizá son más preguntas que reflexiones… ahí van algunas:

¿Por qué casi todas las personas y memes que nos llegan hablan de aburrimiento? ¿Qué nos ha ocurrido a las personas para necesitar tanto el exterior (y no me refiero solo a la calle) para no aburrirnos? ¿Cómo ha llegado a ser tan pobre nuestro diálogo interno que literalmente no nos aguantamos a nosotros mismos?  ¿Qué sería de nosotros, entonces, sin streaming, redes sociales o Whatsapp? De alguna manera, con la velocidad de la vida, se nos ha marchado también la capacidad de sentarnos, entrar en nosotros y reflexionar sobre quiénes somos, a dónde vamos y si el camino que llevamos es el adecuado. Y esto va más allá del camino profesional. Qué gran oportunidad para retomar ese pensamiento interior.

Esta situación antinatural, los humanos somos seres sociales y nos tensamos enormemente cuando nos confinan (especialmente los sanguíneos), saca lo mejor y lo peor de nosotros. Por un lado, leo anuncios de solidaridad en la aplicación Nextdoor, donde personas se ofrecen a ayudar a personas mayores en hacerles la compra o algún recado urgente que necesiten. Curiosamente son casi siempre mujeres las que se ofrecen, dando una vez más ejemplo de entrega y visión social. Por otro lado, cuando salgo al supermercado, las miradas de las personas con las que me cruzo son agresivas, reprobatorias y culpabilizadoras, como diciendo “no me pegues esa lepra que llevas dentro” y casi nunca: “no me acerco no vaya a ser que esté infectado y te contagie”. También están los repugnantes casos de xenofobia hacia los chinos que están ocurriendo ya en Estados Unidos.

También me da que pensar el por qué los humanos, en general, pensamos en el corto plazo, en los efectos en vez de en las causas y, además, fuera de nosotros. Todas estas medidas que estamos tomando ahora: confinamiento, guantes, mascarillas (un inciso, deja las mascarillas para el personal sanitario y los enfermos, a los que están sanos no les sirven para nada y agotamos un recurso que se necesita mucho más en otros sitios, fuerzas del orden, ejército, personal sanitario, cuidadores, trabajadores de supermercados…). En fin, estas medidas, como decía, ni son las mejores ni son las únicas. Solo parchean de manera regular algo que no hemos previsto y además algo de lo que somos culpables.

Las pandemias son enfermedades epidémicas globales, así que no vale mirar a culpables en un país o en otro. Los culpables somos todos los seres humanos, y somos culpables de cómo tratamos al planeta. Por un lado, estamos potenciando el calentamiento global, que es ideal para la reproducción de todo tipo de virus y bacterias. Ya predijo Bill Gates en 2015 que hemos gastado inmensas cantidades de dinero en deshacernos de los arsenales nucleares, pero que ese no era el mayor peligro para el ser humano. El mayor peligro viene de los virus y las enfermedades infecciosas. Bueno, pues tenía razón. No es que el COVID-19 vaya a acabar con la humanidad, ni mucho menos, pero está apuntando en la dirección en la que puede ocurrir.

Parece que hay consenso en decir que el origen del COVID-19, se sitúa en un mercado de animales salvajes de Wuham, China. ¿Qué estamos haciendo con la fauna y flora de este planeta? Nuestra interacción con lo salvaje es lamentable, y con los otros seres vivos que habitan en él, deleznable. Cada vez “domesticamos” más terreno salvaje para nuestros cultivos. Cada vez eliminamos más animales “molestos” para dar paso a los que sacian nuestro voraz apetito. Y con esto, los animales salvajes van quedándose más y más aislados. Y cada vez vamos entrando en contacto directo con ellos, y a la vez, en contacto directo con enfermedades, como este coronavirus, desconocidas para nosotros, y para las que nuestro organismo no está preparado.

La solución a largo plazo de estas epidemias no pasa por el confinamiento y las mascarillas, sino, como apunta la brillante Alanna Shaikh en este gran video de TED (lo siento solo en inglés y sin subtítulos), tiene que ver con la equidad: dar a cada país lo que necesita para que estemos TODOS en el mismo nivel respecto a nuestros sistemas sanitarios. Propone como única solución para las enfermedades infecciosas que se dote a TODOS los países de lo necesario, no solo para su rápido diagnóstico, si no también para su tratamiento y comunicación a los servicios sanitarios globales.

¿Qué habría pasado si el brote, en vez de en China, hubiera ocurrido en Chad donde hay 3,5 médicos por cada 100.000 personas? Sin embargo, en Dallas, Texas, El Dallas Baylore Medical Center tiene en plantilla a más de 1.000 médicos. Shaikh concluye que estas enfermedades empiezan matando a los más pobres, a los más desamparados, para luego ir a por los demás.

Concluyo con los tres puntos sobre los que gira este post. Una invitación a la mirada interna en los tres planos: ¿Hago ejercicio y como adecuadamente para cuidar mi cuerpo? ¿Reflexiono sobre la relación con mi pareja, hijos o familiares con los que vivo? ¿Está mi mundo emocional donde yo creía que estaba? ¿Qué estoy aprendiendo de mi familia que antes no sabía? Por último, ¿Cómo manejo mis pensamientos, mis obsesiones, y mi conciencia? Uno de los grandes inhibidores de la conciencia es la ironía, de ahí la epidemia de memes “graciosos” sobre el coronavirus.

El segundo punto es una reflexión sobre cómo tratamos al planeta. Y el tercero un llamamiento a la equidad entre todos los países del mundo.

Un último apunte. El COVID-19 afecta al pulmón. El pulmón aprovecha el aire inspirado, que son las impresiones anímicas. Si no se ventila se produce una faltad de vitalidad, depresión y autocompasión. En medicina psicosomática, es el órgano del perdón, del desapego y de la aceptación de nacer a nuevas ideas. Y en los 5 elementos de la medicina china va unido al Intestino grueso, que es el perdón y la entrega a los demás venciendo la avaricia. La aceptación del desapego y empezar un nuevo ciclo dando y aprendiendo lo nuevo.

Da que pensar, ¿no?

34 La motivación, esencia de vida

Me resulta curioso escribir sobre este tema, siendo la motivación algo que necesito a raudales. Quizá por eso la valoro como el más importante combustible para que el motor de la vida camine hacia la felicidad. Además, mi amiga Arantza me envió un enlace a un fantástico video de RSA Animate sobre el tema (lo siento solo está en inglés)

Mi admirado Ken Robinson (lo vuelvo a sentir, también en inglés) nos dice que muchos de nosotros pasamos por la vida sin saber cuál es o cuales son realmente nuestros talentos, o si realmente tenemos alguno. La vida nos pasa por encima y simplemente la vivimos, sin disfrutar lo que hacemos, esperando que llegue el fin de semana. Sin embargo, hay algunas personas que realmente aman lo que hacen, y no pueden imaginarse a sí mismas haciendo otra cosa distinta. Este último grupo, pone la importancia no en lo que hacen, sino en quienes son. No pueden abandonar lo que hacen porque lo que hacen habla de su ser más auténtico. La pregunta es, ¿por qué son una minoría? y la siguiente ¿cómo me puedo apuntar a ese grupo?

Pienso que la respuesta puede estar precisamente en la motivación. La motivación es la catapulta capaz, no solo de lanzarnos de un escenario al otro, sino que, además, en el proceso, encontraremos nuestro/s talento/s y el camino hacia la felicidad se habrá allanado considerablemente.

Veamos pues qué nos motiva. Parece obvio que obtener una recompensa por lo que hacemos es uno de los grandes motivadores de nuestra vida. El MIT realizó el siguiente experimento: reunió a un montón de estudiantes y les asignó tareas. Memorizar números, rellenar puzzles o encestar pelotas de baloncesto. Había 3 tipos de recompensa. Los que lo hacía bien, recibían una pequeña cantidad de dinero; los que lo hacían muy bien, una cantidad mayor y, por último, los que eran excelentes recibían una cantidad de dinero considerable. El experimento funcionó, demostrando la teoría de que cuanto más pagas a alguien mejor va a realizar su trabajo. Parece obvio. Sin embargo, siguiendo con el experimento, descubrieron que cuando a los alumnos les daban tareas que involucraban habilidades cognitivas, cuanto más les pagaban, peor lo hacían. El experimento se ha replicado muchas veces y en todos los casos, cuando la tarea es complicada y requiere un pensamiento conceptual y creativo, a más dinero peor resultado, ¿Cómo puede ser eso posible? ¿Por qué no funciona aquí la motivación?

Hay tres factores que motivan a una persona a desarrollar este tipo de trabajos:

  1. AUTONOMÍA. El deseo que tenemos de dirigirnos a nosotros mismos. Tradicionalmente en el mundo laboral nos dirigen, y funciona si simplemente quieres conseguir que las personas obedezcan; pero si queremos compromiso, el dirigirnos a nosotros mismos funciona mucho mejor.
  2. MAESTRÍA. Nos gusta perfeccionar aquello que hacemos, sea esto un deporte o tocar un instrumento los fines de semana. Lo hacemos, no porque nos paguen por ello, sino porque es divertido, nos satisface ir siendo mejores en el desempeño. Es un reto de mejora que nos gusta conseguir.
  3. Cada vez más tenemos la necesidad de tener un motivo trascendente para ilusionarnos con lo que hacemos. No solo buscamos ganar un dinero cada mes, queremos tener un propósito de vida, que lo que hacemos tenga un valor que va más allá de nosotros mismos.

33 Ocio vs trabajo

“Ganarás el pan con el sudor de tu frente, hasta que vuelvas a la misma tierra de la cual fuiste sacado.” 

Génesis 3:19

Vale, lo voy a comprar, “agile” es mucho más que un método para desarrollar proyectos con mayor rapidez y flexibilidad. Va más allá de trocear cada proyecto en pequeñas partes que tienen que completarse y entregarse en poco tiempo. Mi amiga Isabel diría que es una filosofía que supone una forma distinta de trabajar y de organizarse.

Mis disculpas a los lectores que no estén familiarizados con las metodologías ágiles. En muy, muy resumen, son modelos de mejora continua en los que se planifica, se crea, se aprende del resultado y se mejora. Sus cuatro principales ventajas son:

  1. Mejorar la calidad al minimizar errores por una continua relación con el cliente
  2. Mayor compromiso al generar mayor satisfacción en el empleado, generando conciencia de equipo
  3. Se gana rapidez acortando los ciclos de producción y minimizando los tiempos de toma de decisiones
  4. Más productividad al asignar mejor los recursos, mejorando la producción según las prioridades de la empresa.

Más información en el “Manifiesto Agile

En este momento te preguntarás, quizá, qué tiene que ver la frase del Génesis con las metodologías ágiles. Me da la impresión de que es nuestra cultura judeocristiana la que nos está acompañando en la creencia de que trabajar es malo, que hay que quitárselo de en medio rápido y “desconectar”. Hay una especie de deseo crónico de evitar el trabajo y una dificultad enorme para encontrar trabajos que nos acompañen en nuestro propósito de vida.  Desde el punto de vista del empresario el trabajo debe ser reducido a lo mínimo, automatizado y agilizado para dar máximo rendimiento con el menor coste posible. Desde el punto de vista del empleado, el trabajo es un sacrificio de nuestro tiempo de descanso y ocio, y lo que nos pagan es una compensación por ese sacrificio. Así pues, las metodologías ágiles, en la pretensión de que reduzcan nuestra carga de trabajo, son muy buenas y bienvenidas.

De tal manera que nuestro Dios castigador nos expulsa del Paraíso condenándonos a trabajar el resto de nuestras vidas. Un futuro un poco triste, si no amamos lo que hacemos, ya que 40 horas semanales durante 45 años dan un gran total de 12 años sacrificados.

¿Y si lo viéramos de otra forma? ¿Y si lo viéramos con los ojos de un budista?

El punto de vista budista considera que el trabajar tiene una triple función:

  1. Darle al hombre la oportunidad de utilizar y desarrollar sus facultades.
  2. Permitirle superar su egocentrismo uniéndose a otras personas en una tarea común.
  3. Proporcionarle los bienes y servicios necesarios para una existencia digna.

Yo lo interpreto de la siguiente manera:

  1. Que abundemos en nuestros valores y talentos para encontrar el propósito de nuestra vida.
  2. Que pasemos del “yo” al “nosotros” abriéndonos al bien común y al trabajo en equipo.
  3. Que generemos abundancia en nuestra vida y a nuestro alrededor, devolviendo a la sociedad lo que esta nos ha dado.

Sería maravilloso que el trabajo no quedara relegado a algo aburrido, estresante o interesado, ya que esto mostraría un interés más grande por los bienes que por las personas, una falta de compasión, y un apego a lo material como motivación única de nuestro devenir en la vida. De la misma manera una inclinación desmedida hacia el ocio como alternativa al trabajo es un malentendido de las verdades básicas de nuestra existencia. El trabajo y el ocio son partes complementarias del mismo proceso de vida y no pueden separarse sin destruir la alegría del trabajo y la dicha del ocio.

31 Para qué leer noticias

Este verano hará tres años que no leo noticias. Ni periódicos, ni telediarios, ni noticias en Internet… ¡Y sigo vivo!. Es inevitable oír en una cafetería que se cambió de presidente del gobierno, pero, no escucho ni las noticias de la radio. En este post voy a intentar justificarlo e invitarte a que hagas lo mismo. La pregunta básica es: ¿para qué leer noticias?

Antes pasaba horas leyendo o escuchando noticias y todavía más horas hablando de ellas con el único objetivo de estar bien informado. ¿Merecía la pena esa inversión en tiempo? Las noticias, por definición, tienen una fecha de caducidad muy rápida y, debido a que son baratas de distribuir y producir, su cualidad dudo mucho que se mantenga.

Cuando leía las noticias, a lo mejor a ti te pasa lo mismo, tenía una presión enorme por estar bien informado, estar al día del último chanchullo, de la penúltima gracia de Trump o la guerra que esté “de moda” (no intento banalizar las guerras, simplemente su manipulación de que salgan a la luz en los medios según a quién le interese), el problema es que hay demasiada información y eso se convierte en una pelea imposible de ganar.

Investigando he encontrado cuatro problemas en la forma en la que se consumen las noticias hoy en día:

Primero: Las noticias nos encuentran. Antes corríamos al quiosco o esperábamos la hora en punto de la radio para enterarnos de los últimos acontecimientos. Hoy con avisos, alertas, mensajes… las noticias nos encuentran, en tiempo real.

Segundo: Las noticias son muy baratas de producir, y cada vez más da igual si son verdaderas o no. Millones de blogs, diarios digitales, etc. necesitan producir cientos de noticias al día para tener algo de visibilidad en la cada vez más densa red. Eso hace que disminuya, y mucho la veracidad y calidad de estas.

Tercero: Los productores de noticias quieren secuestrar nuestros cerebros generándonos ansiedad para que estemos a la última que sale.

Cuarto: Los productores de noticias tienen muchísima competencia, así que han adoptado el modelo de dar noticias gratis. Pero siguen teniendo gastos de personal, de producción, etc… entonces la forma de acometerlos es a través de la publicidad. Y entonces se crea un doble interés. Por un lado, el que paga la publicidad puede querer manipular la noticia, y por otro lado, lo único que le interesa es cuántos clics han hecho sobre la página en la que está su anuncio. Esto último hace que las noticias cada vez sean más sensacionalistas buscando, no la verdad, sino la audiencia. (Así tenemos la televisión que tenemos).

A donde quiero llegar es que lo que estás leyendo hoy online no tiene ningún valor. No es importante para tu vida, no aporta a tu felicidad y no te va a ayudar a tomar mejores decisiones. Ni siquiera te va a ayudar a comprender el mundo o a conectar con otras personas de una manera más profunda y trascendente. Lo único que consigues es alterar tu estado emocional enfadándote por lo que lees y trasladarlo a tus amigos, conocidos y compañeros de trabajo.

El Corte Inglés está diseñado para que te pierdas un poco dentro y deambules por el edificio con la esperanza de que veas y compres muchas más cosas de las que necesitas. Por eso no hay ventanas (así pierdes la noción del tiempo y nunca se hace tarde) las salidas no están bien señalizadas y las escaleras parecen distribuidas arbitrariamente por la planta. Consiguen así que te quedes más tiempo y no vayas a otro sitio. Eso es exactamente lo que hace Facebook, casi tomando por asalto tu ordenador, para que no salgas de la Red.

Lo peor de todo es que, como ya sabemos que no podemos estar bien informados de todo, intentamos parecer que sí lo estamos. Estar bien informado no tiene nada que ver con regurgitar fragmentos de noticias que hemos ido cogiendo aquí y allá. Cuando consumes noticias, lo único que haces es dejar que alguien secuestre y manipule tu atención, y además les estás dejando pensar por ti. Tu atención y tu tiempo es muy importante, entonces, ¿por qué lo empleas en noticias que van a ser irrelevantes en cuestión de pocos días?

Mi humilde consejo es que leas solo aquello que resista al paso del tiempo, aquello que añada valor a tu vida, que te haga crecer y pensar por ti mismo. Lee aquellos libros que después de 20 años siguen saliendo nuevas ediciones.

No temas estar en silencio con tus pensamientos. No rellenes los tiempos muertos con el móvil. Hazte preguntas poderosas, profundas, y no dejes que el aburrimiento te mueva a distraerte.

Y para predicar con el ejemplo, si este blog no añade valor a tu vida, bórrate inmediatamente, habrá otros que sí lo hagan.

30 Grandeza espontánea

Acabo de ver uno de esos videos que se comparten en Facebook. Es un minuto de un partido de tenis entre Roger Federer y Alexander Zverev. Sirve Zverev. El primer set va muy ajustado. Por delante Federer 6 a 5 (nuestro héroe se va haciendo mayor). El caso es que Zverev sirve para adelantarse por dos puntos en el juego que, de ganarlo, igualaría el partido. Saca y el árbitro la canta fuera. El tiempo se congela unos segundos. Los dos jugadores quietos miran el lugar donde botó la bola. Federer con su enorme sonrisa sugiere a su oponente que pida el “ojo de halcón”. (Para los no puestos en el tenis, el “ojo de halcón” sirve para esclarecer, mediante alta tecnología, el bote de la bola para saber si ha entrado o salido fuera de la pista. El jugador tiene que reclamarlo cuando tiene dudas sobre la decisión arbitral y cada jugador únicamente puede pedirlo 3 veces en todo el partido). El joven Zverev se ríe, incrédulo, ante la sugerencia del gran maestro. Se mueve riéndose, se lleva las manos a la cabeza y por fin pide al árbitro la repetición. La bola entró, el punto es suyo. La sonrisa de Roger es para enmarcarla. A su edad le sigue gustando ganar, pero no a cualquier precio. Una lección a un imberbe principiante es mucho más valiosa que cualquier victoria.

Y me quedo reflexionando: Que fácil es pensar a priori cómo vas a actuar ante una circunstancia de la vida. Que fácil es elegir el “camino bueno”, el de los grandes, el de los héroes. Sin embargo, ¿lo hacemos cuando la situación ocurre en tiempo real?. ¿Lo hacemos instantáneamente, casi sin que nuestra razón entre en juego? Porque ahí, creo yo, que está la virtud. Ahí pienso que realmente podemos tomar la medida de lo que somos, de lo que hemos aprendido, de la esencia de la que estamos hechos. No de una reflexión consciente y generosa sobre nuestros actos, sino de la espontánea y generosa reacción ante una situación sorpresiva.

Cada día todos nos enfrentamos a decenas de decisiones. La mayoría pueden ser intranscendentes y las tomamos casi de manera inconsciente. Sin embargo, siempre hay algunas bifurcaciones en el discurrir del día que nos ponen a prueba. Más que ponernos a prueba lo que hacen es enseñarnos quienes somos realmente. ¿Puede más mi ambición por ganar un punto, o mi sentido de la justicia? ¿Con qué frecuencia pienso que la decisión que estoy tomando es buena para otro, para la sociedad, para el mundo… o solo para mí?

Son esos actos de grandeza espontánea los que me van a medir como persona y los que me muestran quién soy. No los hago porque quedan bien, ni para sentirme bien, ni porque es lo correcto… Los hago porque soy yo.

Federer es el anti – postureo, por eso le admiramos.

29 Por qué preferimos lo complejo

Haciendo un ejercicio de Lego Serious Play, constaté una vez más que a las personas nos gusta la complejidad muy por encima de lo sencillo. El trabajo era simple: construir una torre con piezas de Lego en 5 minutos y utilizando únicamente dos colores. Los resultados fueron (y siempre lo son cuando hago este ejercicio) tremendamente creativos, divertidos, espectaculares… y muy complejos. La pregunta con la que finalizo suele ser la misma: ¿Por qué os complicáis la vida? ¿Por qué nadie pone cuatro ladrillitos de lego uno encima de otro y ya está la torre?

Por algún motivo misterioso, los humanos rechazamos lo sencillo y preferimos lo complejo. Nos ocurre cuando decoramos nuestras casas, al hacer una presentación de Power Point o cuando tenemos que resolver algún reto, por pequeño que éste sea.

Quizá sea porque nosotros mismos somos sistemas complejos: Tenemos unos 100 trillones de células que se combinan para formar un todo y desde luego somos mucho más que la suma de las mismas. Somos impredecibles, conscientes y diferentes. De tal manera que cuando nos encomiendan una tarea elegimos la complejidad.

En nuestra búsqueda del éxito, la felicidad, el amor… nuestras canciones favoritas, películas, novelas y poesías son complejas. Incluso cuando ansiamos la simplicidad vamos hacia lo complicado. Si algo es sencillo, lo vemos como aburrido y fácil. Los psicólogos lo han demostrado muchas veces, las personas preferimos un grado medio de complejidad: si la tarea es sencilla nos aburrimos y si es demasiado compleja quedamos confusos. Además, cuanto más expertos nos hacemos en algo, más complejidad queremos.

Si hay algo sencillo en este mundo es el té o el café. Agua caliente y unas hierbas o unos granos molidos. Sin embargo nos encantan los rituales complejos y vamos a Starbucks y tenemos, según el Huffpost, literalmente 80.000 formas de combinar estas bebidas. Esto parece demostrar que vamos buscando la combinación perfecta. Por lo visto, es muy diferente el café instantáneo de la cafetera, a la exquisita selección de tipo de café, molido a mano, y utilizando una cafetera muy especial para que se produzca la magia. Es irrelevante si el café sabe o no mejor, el caso es que elaboramos complicados rituales alrededor de cosas sencillas, porque valoramos lo complejo.

El problema con estas soluciones complejas que nos encantan es que las probabilidades de que alguna de sus partes falle, colapsando el sistema son muy altas. Cuantas más variables estén implicadas, más posibilidades de fracaso tendremos. Y con él llega la frustración y la desesperación.

También es compleja nuestra comunicación y en muchos casos nos cuesta la vida decir las cosas de manera directa, sencilla y clara. Parecemos más inteligentes complicando muestro lenguaje y llenándolo de tecnicismos, y lo único que conseguimos con ello es alienar a nuestros oyentes. Muchos de los grandes pensadores del pasado, Platón, Marco Aurelio, Séneca, Buda… eran conocidos por su comunicación directa y su habilidad para condensar gran sabiduría en pocas palabras.

Claro que el mundo es complejo, sin embargo no lo ricemos más de lo que ya está. La solución a la búsqueda continua de complejidad la ideó el fraile Franciscano Guillermo de Ockham, y se llama principio de parsimonia o “navaja de Ockham”. Estipula lo siguiente: “En igualdad de condiciones, la explicación más sencilla suele ser la más probable”. A nivel práctico nos dice que cuando tengamos dos teorías sobre un mismo asunto, es muy probable que la más sencilla sea la correcta. Pienso que nos acercaríamos hacia una felicidad más sencilla y más real si la aplicáramos a todas esas tramas e hipótesis sobre nuestras relaciones, trabajos, jefes, amigos y parejas…

En el clásico experimento La superstición de las palomas, Skinner nos muestra como un grupo de palomas a las que se da de comer de forma aleatoria, acaban creando patrones que creen que son los que les proporcionan la comida. Una da vueltas en círculo, otra pega su cabeza a una de las esquinas de la caja… ninguna de esas conductas tiene relación con que les caiga la comida, pero esperar es demasiado sencillo, tiene que haber algo detrás.

Quizá la complejidad de todo este post me la habría ahorrado simplemente citando a Confucio: La vida es realmente muy sencilla, pero nos empeñamos en hacerla complicada.

28 Reconocer al maestro

La noche de Reyes cené con un grupo de personas y me recordaron el sentido que tiene este día: el reconocimiento al maestro. En nuestra cultura lo normal es escuchar: “A ver qué me traen los Reyes”, pero, ¿nos paramos a pensar si hemos sido maestros de alguien como para merecer ese reconocimiento? No se trata de ser bueno o malo, si no de si he dejado huella o no.

Más allá de si existieron o no (solo el evangelio de Mateo habla de ellos sin precisar sus nombres ni que fueran tres) es una escena simbólica de reconocimiento y agradecimiento al maestro. ¿Quién es nuestro maestro? Para mi es aquella persona que va un paso por delante y dos peldaños por arriba. Alguien en el que reconocemos una sabiduría de vida que muestra con integridad de una manera natural. No alecciona, simplemente es, y en ese “ser” reside su valor.

Aprendemos de todos, aprendemos de los libros, aprendemos de los grandes maestros de la historia… sin embargo pienso que lo que nos ayuda es tener un maestro cercano, conocido, que recorra un camino que es posible para nosotros, a quien podamos emular y que nos muestre quienes somos. Porque el camino que muestra el maestro es un camino interior, un camino de autodescubrimiento apuntalado por el conocimiento exterior.

¿Quién es tu maestro? No busques más allá de las estrellas, es alguien cercano, alguien que cuando entornas los ojos aparece, alguien que, tocando el alma, ha cambiado tu vida.

Decía Mark Twain que en la vida hay dos momentos importantes, el día que naces y el día que comprendes para qué has nacido. El maestro es quien nos ayuda a responder a esa segunda pregunta. Agradecemos a nuestras madres el primer día y agradecemos al maestro el segundo.

Mi agradecimiento lo hago en tres dimensiones: Agradezco y reconozco su guía en el mundo, su ayuda para tomar decisiones, para dibujar estrategias y para ganar batallas (oro). Agradezco la apertura de visión al camino espiritual y a la comprensión de la transcendencia de la vida (incienso). Reconozco la caducidad de la vida y la permanencia de lo aprendido (mirra).

Gracias Joaquina, maestra siempre.

27 Camino al andar

El budismo nació en el noroeste de la India en el siglo V a. C. debido a la necesidad que tenían los campesinos de asimilar el caos que generaban los monzones y las inundaciones. La riqueza conseguida con duro esfuerzo durante todo el año se podía llegar a perder en un solo día debido a la variabilidad extrema del ecosistema con los múltiples ríos de la zona desbordándose caóticamente sin piedad alguna.

En este contexto las enseñanzas de Siddharta ofrecían paz interior: aceptar lo impredecible tornando la mirada hacia el interior como la única manera de transformar la frustración en resiliencia.

Hoy vivimos en una sociedad golpeada por VUCA (volatilidad, incertidumbre, complejidad y ambigüedad) donde las lluvias torrenciales de la innovación tecnológica, los cambios sociales y económicos nos obligan a manejar el caos en muchos y simultáneos frentes.

En occidente llevamos decenas de años sentados en el cómodo sillón de la prosperidad utilizando una creencia que se va quedando obsoleta a pasos agigantados: El futuro puede ser previsto, simulado y gestionado. Hasta ahora ha funcionado bien, nos ha permitido planificar y crear modelos económicos sostenibles que nos han hecho superar guerras y crisis. Sin embargo hoy todo es diferente, y la palabra disrupción parece ser la que mejor define (a parte de estar muy de moda) el nuevo “orden”.

Nos encontramos entonces como personas y como organizaciones desarrollando estrategias para alcanzar unos objetivos que ya no están claros. Con los que ya no podemos utilizar la lógica y la racionalidad para diseñar las distintas etapas que nos conducirán al éxito. Ni siquiera podemos recurrir a la experiencia ante la enorme novedad de los escenarios. Estamos ante objetivos difusos donde se requiere toda nuestra imaginación, creatividad, e intuición para formular hipótesis y conjeturas que nos iluminen un camino incierto.

No deja de ser igual al camino interior incierto que muchos buscamos un tanto a ciegas en aras de conseguir la felicidad, la paz interior o encontrar un sentido trascendente a nuestras vidas. Hoy lo que necesitamos es trazar mapas en tiempo real, tener un sentido de orientación, más que una clara idea de dirección. Será mejor estar abierto a los cambios ya que no podremos tener muy claro a dónde queremos llegar. El camino exterior refleja lo que interiormente hemos tenido siempre, seguramente para tomar conciencia de la importancia de trabajar ambos.

El poeta lo dejó dicho: “Caminante no hay camino, se hace camino al andar”