Su padre le contaba como la abuela, después de la comida del domingo, les preguntaba a los cinco hermanos qué querían de postre. Yo plátano, yo una pera, para mi ciruelas, contestaban. Muy bien, replicaba ella, pues manzana para todo el mundo que es lo que hay. Su madre recordaba el miedo que le tenían los compañeros de colegio de su tío, pues cuando se metían con él, ella llegaba corriendo y los agresores salían despavoridos: ¡que viene la gorda!, ¡que viene la gorda!.
Él, sin embargo, era un hombre sin recuerdos. Sí, recordaba la primera vez que subió en moto o una vez cuando acarició la áspera trompa de un elefante. Se acordaba de pasear por la rosaleda y de un concurso de pintura que ganó a los 8 años. Sin embargo, nunca estaba seguro si eran recuerdos reales o forzados a través de mirar fotografías antiguas. Las guardaba en una gran caja de cartón marrón de bordes desgastados, en un altillo del armario de la entrada. Solía buscar dentro, sacar una foto al azar y, a partir de ella construir una historia. Seguramente al principio tenían esas historias alguna conexión con una realidad congelada en blanco y negro. Pero llevaba demasiados años jugado como para distinguir ahora dónde empezaba lo que realmente mostraba la foto, dónde lo que su madre le había contado sobre ello, y dónde lo que la imaginación, siguiendo su propio camino, le mostraba. Lo que había comenzado como un juego pasando luego a obsesión, se había convertido en una sustancia capaz de borrar la aparentemente indeleble tinta del pasado.
Seguía añadiendo imágenes a la caja y poco a poco las historias fuero siendo de tiempos más recientes. Inconscientemente al principio y luego con científico interés, se propuso que el tiempo se solapase sobre sí mismo. La estrategia consistía en provocar que los días fueran exactamente iguales. Haciéndolos idénticos unos a otros el tiempo se pararía y las historias de las fotos adelantarían eventualmente a su realidad.
Le resultó fácil en su ya rutinaria vida conseguir hacer todos los días lo mismo y a la misma hora. Compró varios juegos de la misma ropa, que se ponía independientemente del clima, y en su trabajo era casi inevitable la monotonía. Solo había pequeños detalles imposibles de controlar, un saludo, una mirada, alguien en el ascensor o un día de lluvia, pero eran pocos y fáciles de eliminar.
Lo acabó consiguiendo. Perfeccionó la técnica de tal manera que incluso decoró las habitaciones de su casa de manera idéntica para no diferenciarlas entre sí, dominando de una vez el tiempo y el espacio.
Al final ocurrió. Un día notó que no tenía que forzar las situaciones, que ya ni siquiera necesitaba la ayuda de las fotografías para inventarse su propia vida. Las historias manaban en un fluir continuo. Pronto no necesitó salir de casa, ni levantarse de la cama, ni abrir los ojos.
Así le encontraron. En la cama, sonriente.
Para Borges el universo es un laberinto caótico por el que el hombre vaga perdido y en el que los límites entre ficción y realidad se han perdido. El destino se presenta como algo inexorable. El pasado, presente y futuro se entrelazan de tal manera que el tiempo parece una ilusión. Para mí, el protagonista de tu post detiene el tiempo y el espacio y crea su propia realidad, un mundo fabricado por él mismo. Escapa del destino pues se inventa sus vivencias y es dueño y creador de sus sentimientos, nadie le dirige, existe sólo él. Ha detenido el universo físico. No le importan los recuerdos porque tiene tan lleno el presente con sus historias que no le queda tiempo para el recuerdo tampoco parece interesarle. En el relato Aleph (Borges) hay un misterioso portal ancestral a todos los puntos del universo y si miras dentro ves absolutamente todo, solo que en circunstancias normales nunca llegamos a alcanzarlo ni verlo, porque la vida cotidiana apila muchas porquerias encima. El personaje logra hacer una de estas cosas, desprenderse del recuerdo día a día y vivir un presente indefinido mirando dentro de ese portal que es su creación infinita. Sería fantástico lograr el no recuerdo. Pero, ¿y si eso es lo que pasa cuando morimos o cuando dormimos incoscientes por un coma? La verdad que me gustaría vivirlo como tu personaje algun día pero estando muy viva jajaja.
Hola Pilar, hay cierta verdad en mi personaje que vivimos todos en nuestras zonas de confort, él simplemente la ha construido para que abarque todo el territorio (como el cartógrafo de Borges) y quitar de la vida tanto lo que duele como lo que aporta, que suele estar en los recuerdos
Erratas : solo e inconsciente. Sorry
Hola Jon, tu texto me ha genera mucha confrontación. Tu caballero me parece q está profundamente desmotivado. Aislado del mundo. Viviendo su don: la creatividad solo para si mismo, sin generosidad. En su aislamiento disfruta de si mism, sin compartirse, Esa creación sin fin, sujeta a su sola voluntad, le permite creerse Dios. Solo existe el y el crea los sueños, su mundo. Dejando de vivir, para morir aislado. No me gusta nada. Un saludo María Jose
Pobrecito, no le maltrates tanto que todos tenemos un poco de él
Por eso me confronta tanto. Su recuerdo viene constantemente a mi cerebro. Touchè.