08 La permanencia del cambio

Jasón fue educado por un Centauro hasta que cumplió los 20 años, y a esa edad se dirigió a Yolcos para reclamar a su tío el trono que por herencia le pertenecía. Estas cosas de reclamar tronos evidentemente no son tan fáciles, así que el tío Pelias le puso una misión, a priori imposible de cumplir, como condición a su reinado: Viajar hasta la Cólquida y traerle de allí la piel de un carnero fabuloso que había salvado la vida de uno de los antepasados del susodicho tío. Esta piel, que era de oro, se encontraba depositada en un árbol custodiado por dos toros que arrojaban fuego por la boca y una serpiente que nunca dormía.

Lo primero que hizo Jasón fue contactar con un nutrido grupo de amigos, entre los que se encontraban lo mejor del momento: Hércules, Orfeo, Polifemo, Castor, Euritión… y así hasta 50 héroes que le acompañarían en su arriesgado viaje. También Atalanta, la gran heroína rebelde les acompañó en la travesía.

Ya tenemos la tripulación. Ahora nuestro héroe necesitaba un navío que estuviese a la altura, tanto de la misión como de tan ilustres marineros. Así nació Argo. Construido de la madera de roble procedente del oráculo de Dódona. Como buen Google Car de la época, tenía los dones del habla y de la profecía. En él partieron nuestros amigos y, como en todo poema épico que se precie, les ocurrieron un sin fin de aventuras: se aliaron con las mujeres de la isla de Lemnos; lucharon contra las Harpías, esos monstruos voladores con cara de mujer, garras y alas; superaron el peligro de las Rocas Azules, dos peñascos flotantes que chocaban entre si aplastando a todos los que pretendían pasar entre ellas; y finalmente llegaron a la Cólquida. Jasón entonces, tirando de sus encantos, enamoró a la hija del rey Eetes, que tenía el plus de ser hechicera, lo cual siempre es bueno para librarse de dos toros escupidores de fuego y una serpiente que nunca duerme. Finalmente, tras sortear tempestades, superar el asedio de las Sirenas y el ataque de los monstruos Escila y Caribdis, llegaron de vuelta a Yolcos llevando con ellos el preciado Vellocino de Oro.

Como os podéis imaginar el viaje no duró dos ni tres días y a lo largo de las intensas batallas Argo iba poco a poco perdiendo su madera original, siendo sustituida por la de los diversos lugares por los que fueron pasando, de tal manera, que al final del trayecto, el barco que llegó se seguía llamando y era igual que Argo, pero no quedaba del original ni una sola pieza. Lo más curioso es que, a pesar de ello, no había perdido ninguna de sus propiedades.

Es lunes, espero que así sea mi semana, mi travesía por la Navidad, el paso por la Semana Blanca y la Semana Púrpura para llegar al verano cambiado pero sin haber perdido ninguna de mis propiedades. Y así un año tras otro, esperando no encontrar nunca el Vellocino de Oro que ponga fin a la aventura y sin embargo buscándolo ansiadamente. Engañándome con un propósito para disfrutar de un camino en continuo cambio, en una transformación modelada por las mil experiencias que nos hacen grandes y que dan sentido a nuestra vida.

Autor: Jon Elejabeitia

CEO & Founder NEXTYOU, Arquitecto

6 opiniones en “08 La permanencia del cambio”

  1. Hola Jon, te felicito por tu declaración de intenciones. Me ha encantado la narración, divertida, a mi me gustaría también vivir esas aventuras, pero antes me gustaría quitar mi queja y tener mayor amplitud de miras. Gracias por el texto

  2. Hay veces que en nuestro afán de aventura nos olvidamos del auténtico Vellocino de Oro y lo confundimos con un falso metal, otras veces lo pasamos de largo y hemos de dar un rodeo para retomar el camino. Nos pasamos la vida buscando objetivos que nos hagan felices aun sabiendo que la gran felicidad no nos llegará nunca de manera permanente. Lo peor de nuestra aventura es que no somos héroes, y que a veces el camino hemos de andarlo en solitario, sin ningún tipo de ayuda. Lo bueno es ser cazador de nuestros propios sueños y explorador de las formas para disipar la monotonía que a veces se instala en nuestras vidas. Y lo mejor, la meta al final del camino, como una gran experiencia, que es lo que nos hace avanzar con la esperanza de que algún día brille nuestra propia esencia como ese Vellocino de Oro, porque para mí, el verdadero está en nuestro interior, por eso es tan difícil de alcanzar. Bueno es mi opinión.

      1. Gracias a ti por leer mis comentarios. Me encanta contrastar contigo distintos puntos de vista.Un abrazo

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